Reflexiones Sobre el
Camino de Santiago por Nick Arandes
En agosto del año 2014 tuve la oportunidad de hacer el Camino de Santiago
de Compostela comenzando en Jean Pied de Port, Francia y completándolo en
Santiago de Compostela. La jornada me tomó 29 días en recorrer los 775
kilómetros.
El Camino es obviamente una experiencia personal y lo que siento que
aprendí durante las etapas a lo largo de esa jornada las comparto en estas
reflexiones.
Para algunas personas su intención con hacer el Camino es mas bien para
alcanzar una meta (Santiago de Compostela, o el certificado de peregrino).
Otras lo hacían porque pensaban que algo “místico” o “espiritual” sucedería.
Hay quienes lo hacen como una forma de penitencia, y otros como una promesa por
algo que haya sucedido en su vida por la que sienten que le deben algo a su
Creador o algún santo, etc. Y finalmente otros como forma de deporte o
simplemente para disfrutar esa experiencia.
Si me preguntan por qué lo hice, la verdad es que no tenía planes de
hacer el Camino. Fue que durante ese mes quería visitar alguna parte de Europa,
aunque también sentía que quería irme a un lugar donde pudiese digamos
“desaparecer" del mundo, alejarme de todo; de las redes sociales, de las
charlas, del ordenador, y simplemente meditar, estar en un espacio de quietud.
Por alguna razón, donde quiera que iba me preguntaban si había hecho el
Camino de Santiago, y que si no, que lo hiciera. Tanta fue la insistencia de mi
entorno para hacer el Camino que decidí hacerlo y todo el equipo se me proveyó.
Fue como si la Vida me estaba empujando en esa dirección. En completa
rendición, acepté la invitación y un sentido de entusiasmo empezó a llenar mi
corazón.
Eso si, estuve muy consciente de que no esperaba nada del Camino. Pero sí
lo vi como una aventura, como una experiencia nueva, diferente y excitante.
Lo primero que recomendaría es que se dejen a un lado todas las
expectativas sobre el Camino. Simplemente verlo como una aventura, como una
experiencia y permitir que el Camino mismo te sorprenda.
Otras sugerencias serían que el Camino se hiciese solo y completo.
Empecemos por la primera sugerencia:
¿Por qué recomiendo hacerlo solo?
Porque cuando está uno caminando solo por tantas horas, promedio de seis
horas diarias, es como una meditación forzada, no puede uno escapar de sus
pensamientos.
Si aprovechas esos momentos para auto observar lo que está escondido en
la mente que por lo general no se está consciente de ello ya que nuestra vida
cotidiana está tan llena de distracciones, podría uno experimentar una
transformación muy profunda.
Pero para soltar o transcender esos pensamientos hay que mirarlos y en el
Camino tienes muchas horas para contemplar. No obstante, como por lo general no
queremos ver lo que está escondido, muchas personas buscan la manera de
distraerse y por eso en el Camino observé peregrinos que o se la pasaban casi
todo el día con auriculares escuchando algo para así poder mantenerse
distraídos, o se la pasaban casi todo el tiempo hablando mientras que otros
iban con una prisa impresionante, como que hay que llegar ya!
Y una de las razones podría ser el creer que Santiago de Compostela es
una meta que alcanzar, cuando Santiago de Compostela es cada paso que tomamos.
¿No es así como mucha gente vive su vida? Si no tienen una “meta” no pueden ser
felices así que se la pasan todo el tiempo moviendo en dirección hacia algún
lugar porque no pueden estar bien con este momento, con este instante que es lo
único que es.
Tanto puede aflorar cuando estamos presentes para que sea sanado durante
ese tiempo que caminando solos ya que por lo general, aun cuando meditamos y
practicamos algún tipo de relajación mental en nuestros hogares, no es lo mismo
cuando se tiene la oportunidad de estar con uno mismo por un periodo de un mes,
seis a ocho horas diarias contemplando, observando, sintiendo.
Por cierto, antes de continuar, no estoy insinuando de que haya algo malo
con querer distraerse con auriculares o querer hablar con alguien. Hay tiempo
para todo eso, pero mucha gente lo hacia para desvincularse psicológicamente
del hecho de que son muchos los kilómetros que tenían que caminar a diario y
les ayudaba el no prestar atención a cada momento, sobretodo cuando estaban
cruzando las partes llanas.
Me acuerdo un peregrino diciéndome que casi se volvía loco el pensar que
tenia que caminar tantos kilómetros por el llano donde no habían arboles,
bosques, montañas, en fin, por donde no hubiese un paisaje que cambiase para
poder así distraerse.
Y sí, durante ese tiempo caminando solos se podrá compartir con algún
peregrino esporádicamente, pero cuando la mente se va poco a poco acostumbrando
al gozo de ese silencio, las conversaciones son mas cortas y es como si la
mente lo pidiese a menos que uno no se sienta cómodo con el silencio ya que una
vez más, no quiere o no puede lidiar con sus pensamientos.
Yo disfruté por ejemplo compartir en albergues y con otros peregrinos.
Pero todavía me acuerdo salir a las seis de la mañana cuando todavía estaba
oscuro con mi linterna y disfrutando de la quietud de la mañana. Durante el
día, aun cuando estaba cruzando espacios abiertos donde mucha gente se
desesperaba porque como ya compartí los llanos no le aportaban cambios de
paisajes y por lo tanto se sentían como que era un camino largo, para mi era un
bello espacio para ser, para estar, para contemplar, para sentir, para
reflexionar.
Ahí es cuando se da uno cuenta de como la mente está tan identificada con
el conflicto y por consiguiente siempre quiere llegar a algún sitio porque
nunca está bien con lo que es.
El Camino de Santiago nos ofrece la oportunidad de aprender a aceptar, a
estar bien con lo que es. Y si no aprendemos esa lección en la primera etapa,
no hay porque preocuparse pues durante el trayecto completo hay muchos días
para practicar no solo la aceptación sino que la paciencia, la tolerancia, la
comprensión, la contemplación, el silencio, y mucho mas de lo que uno se podría
imaginar. Vamos ahora a la segunda sugerencia.
¿Por qué recomiendo hacer el Camino completo?
La razón ahora por la que recomiendo que el Camino se haga completo es
porque es ahí donde nos damos la oportunidad de que salga toda la resistencia,
mas también es como ver si podemos pasar todas las pruebas del Camino.
Me explico. Se podría decir que el Camino se divide en etapas, primero la
física, segunda la contemplativa, tercera la sicológica/contemplativa y la
cuarta le llamaremos la espiritual.
Vamos por partes: Primera etapa, la física.
Al principio uno está tan entusiasmado por hacer el Camino que su enfoque
es mas bien en ver cuantos kilómetros puede recorrer, o que tan rápido lo puede
hacer, otros intentan ver que tanto pueden empujar su cuerpo, como cuando uno
va al gimnasio y se pone a levantar pesas, por lo general mas de lo que debería
porque está tan entusiasmado, luego llega en próximo día y todos los músculos
le duelen.
Tampoco estamos muy presentes. Es ahí donde la gente es mas apta a
experimentar lesiones o accidentes por las que pueda que se sientan forzadas a
dejar el Camino.
Yo personalmente bajando la cuesta de los Pirineos, que por cierto fue la
primera etapa de mi jornada, me estaba quitando el poncho de agua mientras
caminaba por lo que resbalé y me caí. En ese momento pude haber sufrido una
lesión que me forzase a dejar de continuar con el Camino.
Luego en la tercera etapa sufrí un dolor en la parte baja de la espalda
que no sabia si iba a poder continuar caminando. No obstante, siempre me cuidé
y observé como me iba sintiendo, pero esas experiencias me apoyaron a que
prestase atención y no tomase el Camino de Santiago por un hecho. Me di cuenta
de que aunque mi condición física para hacer el Camino estaba bien, hay otros
factores que tienen el poder de influenciar el resultado.
Ahí es donde uno empieza a aprender la verdadera humildad. Hay un refrán
que dice que perro que ladra no muerde. Me sorprendí cuanta gente iban muy de
prisa, muy entusiasmados caminando, inclusive, personas que se adelantaban
muchos Kilómetros, sin embargo en tres o cuatro etapas mas adelante cuando se
supone que deberían estar muy adelantados me las encontrabas de nuevo, mientras
que otros se vieron forzados a dejar el Camino.
Pues aunque se “supone” que aprendí mi lección sobre no quitarme piezas
de ropa mientras camino al igual que prestar atención, todavía estaba en la
etapa física ya que después de superar los dolores que experimenté durante los
primeros días, empecé una vez mas a hacer trayectos de muchos Kilómetros.
Me acuerdo haberme levantado temprano en mañana, empiezo a caminar y la
meta ese día para mi era llegar a Los Arcos. Anduve muy rápido y estaba
cubriendo kilómetros como si fuese una maquina. No obstante, tres cosas
sucedieron. Una que cuando llegué el pueblo antes de los Arcos el cual estaba a
casi 12 Kilómetros de distancia, sentí como un malestar en el pecho. Puede que
haya sido por estar tan de prisa sin parar por lo que consideré la posibilidad
de quedarme en ese pueblo.
Cuando me senté en un banco y descansé, me comí algo y nuevamente me
sentí bien por lo que decidí continuar.
Lo segundo fue que aproximadamente dos o tres kilómetros antes de llegar
a los Arcos, que por cierto todo eso era llano y no había sombra casi, vi una
camioneta que vendía jugos, cosas para comer y agua. Me acuerdo que al
preguntarle que tan lejos estaba del próximo pueblo me dijo el que estaba
atendiendo esa camioneta que como a unos veinte minutos. Le pregunté cuanto
costaba el agua y aunque no me acuerdo el precio el solo tenia botellas
pequeñas.
En vez de gastarme el dinero pensé que era muy caro y decidí continuar
con lo que me quedaba de agua ya que eran quizás unos veinte minutos más. La
sorpresa que me llevé fue que ya era poca el agua que me quedaba, el día era
muy cálido, muy soleado, no veía rastros de un pueblo y empecé a observar la
mente preocupándose por la posibilidad de una deshidratación.
Que lección interesante sobre la vida en general. Tenía sobre mil euros
en mi mochila, y por no quererme gastar esos par de euros pude haber
experimentando las consecuencias de una deshidratación. Y ese día por cierto la
distancia que recorrí fueron casi 40 Kilómetros.
Cuando finalmente llegué al pueblo sin prácticamente agua, una vez que me
acomodé en el albergue, tuve que tirarme en la cama y descansar porque estaba
creo que experimentando un poco de los efectos de no tener suficiente liquido
en el cuerpo por lo que tomé mucha agua, luego fui a bañarme, lavar ropa y
continuar con lo que tenia que hacer ese día.
La tercera cosa que sucedió fue que continuando el próximo día con mi
cabeza dura, empiezo a sentir un dolor en el tobillo izquierdo, y sigo
empujando hasta que llego a Logroño donde ya el dolor era insoportable. Ahí
empecé a cuestionar si iba a poder continuar el Camino.
En ese momento otra de las lecciones que se me presentó fue la del
desapego. Si hubiese estado apegado a llegar a Santiago hubiese sufrido. Pero
mi actitud no obstante fue que si se supone que llegue a Santiago eso sucederá
y si no confiaría en la sabiduría de la vida y con mucho amor dejaría el Camino
a un lado. ¿Cuanta gente se hubiese sentido decepcionado si no hubiesen podido
alcanzar su “meta"?
Sin embargo, las condiciones se dieron que parecía como que podría
continuar con el Camino y lo que necesité se me proveyó. Voy a compartir
brevemente lo que tuvo lugar para que pudiese continuar con la jornada.
La encargada del albergue conmigo fue muy atenta y me dijo que había un
ambulatorio cerca, como a un kilómetro de distancia, pero como yo no estaba en
condiciones de caminar esa distancia con el tobillo tan dolorido me dijo que
podría llamar a un taxi y que si el medico escribía una carta diciendo que
estaba lesionado y que tendría que descansar que con todo gusto me podría
quedar en el albergue ya que para que un peregrino se quede mas de un día en un
albergue publico tiene que tener una carta del medico.
Cuando voy a buscar un taxi un peregrino que escuchó la conversación se
ofreció a ir conmigo porque el tenia unas ampollas y quería que un medico las
viese. Fuimos juntos y compartimos el taxi. Cuando llego al hospital no había
nadie esperando, sin embargo como yo tengo pasaporte americano no tenia la
documentación para los servicios médicos de Europa, sin embargo el peregrino
que fue conmigo fue el que habló y simplemente tomaron mi identificación y me
atendieron sin costo alguno.
La doctora era de Santo Domingo, hablamos un rato, muy atenta, me vio el
pie y me diagnosticó una tendinitis por lo que me dijo que tenía que reposar
mínimo tres días. Luego me dio unas pastillas anti inflamatorias para que
tomase durante los próximos tres días, me dijo que me pusiera hielo por 15
minutos tres veces al día y una crema me recomendó para untarse en la parte
dolorida.
Y eso es sin mencionar todos los peregrinos que cuando me veían con el
hielo sobre el pie me ofrecían cremas para ponerme, sugerencias, otros me
contaban sus experiencias con alguna tendinitis y como la superaron, en fin,
tenia un equipo de ángeles peregrinos a mi alrededor.
Algo muy curioso también sucedió. Cuando me siento a ponerme hielo en el
pie, una paloma que estaba cojeando se me acercó. Le compartí un poco de mi
pan, y cada vez que bajaba a ponerme hielo ahí estaba.
Aqui está la foto de la paloma cerca de mi pie:
Hice lo que la doctora me dijo, mi estancia en el albergue fue muy
placentera, toqué la guitarra para algunos peregrinos, unos italianos me
prepararon pasta y me enseñaron como hacer la salsa casera, fue una experiencia
inolvidable.
Pero aquí no termina todo. El tercer día en el que voy a continuar la
jornada, le pregunté a la encargada del albergue si había alguna tienda para
comprar un bastón o uno de esos palos de esquiar ya que con el tobillo que
todavía se estaba recuperando necesitaría un apoyo mas bien para cuesta abajo.
Ella fue a su despacho, me dio uno y me dijo que era regalo del albergue ya que
algún otro peregrino lo había dejado. Y ese bastón me acompaño durante el resto
del Camino. Como podemos ver, el Camino (la vida) siempre nos está apoyando.
Después de esa etapa, ya no sabia honestamente si terminaría el Camino
porque el pie todavía tenia un poco de dolor. Aun me quedaban pastillas que la
doctora me recetó por un día más, no obstante decidí ir muy lento. Siento que
ahí fue donde empecé la etapa mas contemplativa. No tenia prisa, estaba
apoyando el pie muy cuidadosamente, dejando la mayor parte del peso sobre el
pie derecho, con la actitud de que llegaré a donde tenga que llegar ese día sin
presión.
Las próximas etapas eran mas bien de recuperación, pero también lo cogí
con mas calma. Una vez se recuperó el tobillo, siempre queda la memoria de que
podría lesionarse de nuevo por lo que me sentía inclinado a estar mas
consciente.
Segunda etapa: contemplativa:
La etapa contemplativa siento que es cuando se reconoce que por mas
rápido que uno quiera ir el Camino no se va a acortar, por lo que va a llegar
un punto en el que la parte física va a tener que ceder.
Habiendo dicho eso no obstante, me sorprendí como hay gente que se queda
en esa etapa física todo el tiempo. Como en la vida misma, hay quienes toda su
vida se la pasan luchando ya que eso es lo que han aprendido y por lo tanto
para ellos la vida es una lucha constante. Y vivirán para luchar y morirán
luchando.
Sin embargo, el Camino podría ser una experiencia muy profunda donde uno
puede llevar las lecciones aprendidas a la vida cotidiana y empezar a cambiar
todos los esquemas y creencias con los que se habían identificado.
En el Camino nunca tuve que luchar, sino que hacer una sola cosa, poner
un pie en frente al otro. Para muchas personas eso es muy difícil porque no
toman consciencia de que lo importante no es llegar a ningún lugar sino que
aprender a estar bien con cada paso.
La vida es cada paso. Santiago es nada mas que un pensamiento hasta que
uno esta en Santiago. Por eso los que llegan a Santiago y no aprenden la
lección que todo el Camino le brindó la oportunidad de aprender, tampoco van a
estar contentos en Santiago.
¿Que diferencia hay si estas en los Pirineos, o en Logroño, o en Burgos,
o en cualquier trayecto a través del Camino? Cada paso que das te brinda la
oportunidad de reconocer que solo este momento es importante.
No obstante si el enfoque es en llegar a Santiago a toda costa, se
buscará la manera de mantenerse distraído durante la jornada, ya sea hablando
con otros peregrinos en el Camino, escuchando música, o buscando cualquier
forma de distraerse. Y por cierto, esto también es parte de la etapa
sicológica.
Como compartí a principio de este escrito, el Camino nos brinda una gran
oportunidad para estar con nuestros pensamientos, para ver lo que hay ahí por
muchas horas al día y por un mes aproximadamente.
Eso costaría miles y miles de dólares en terapia, en búsqueda
“espiritual” mientras que el Camino te lo ofrece prácticamente gratuito ademas
de ser una experiencia muy enriquecedora y llena de paisajes preciosos. No me
sorprendería si hasta una persona que experimente depresión obtendría un gran
beneficio con la experiencia del camino. Pero obviamente estoy especulando.
No solo eso, si eres una persona muy sociable, podrías terminar con
amistades de todo el mundo, pues no todo es introspección. La vida es un
balance de trabajo interno pero también de dicha, de gozo, de diversión.
Segunda y tercera etapa: La sicológica.
¿Por qué le adjudique a la parte sicológica dos etapas? Porque en
realidad todo el Camino es sicológico. Pero la parte física es un distractor
tan grande que se esconde o suprime mucho la parte sicológica. Por eso es que
una vez más recomiendo que el Camino se haga completo para darle tiempo el
Camino a sacar todo lo que ya no se puede esconder.
Si se hace el Camino por partes, por lo general se puede quedar uno en la
parte física y no hay tiempo para profundizar ya que cuando está ahora uno
empezando a sentir el peso sicológico del Camino se utiliza la voluntad para
terminar esa parte del Camino. Y eso con mucha fuerza de voluntad se puede
hacer. Pero utilizar fuerza de voluntad cuando sientes el peso sicológico en
digamos la sexta o décima etapa y todavía te quedan veinte o más etapas es
diferente.
Utilizar la fuerza de voluntad para terminarlo cuando faltan muchas
etapas requiere de un cambio de mentalidad bastante intenso, y sin embargo, si
prestas atención y aprendes la lección, de la manera que lo experimentas es
cuando sueltas expectativas, cuando sueltas la meta, cuando te rindes a cada
momento, cuando empiezas a bajar la velocidad, cuando te das mas espacios de
descanso sin empujar, ¿y no es esa una gran lección para la vida en general?
Lo interesante del caso es que aunque se haya experimentado malestares
físicos, inconvenientes, bloqueos mentales, incomodidad sicológica, la lección
mas profunda de esta experiencia al dejar de sufrir y luchar es que a Santiago
no se llega de prisa sino que paso a paso.
Podría sentarme aquí a contar experiencias especificas de cómo el Camino
me apoyó una y otra vez, observando tantas sincronicidades, no obstante, el
mensaje fue el mismo, si se supone que esté en Santiago así será, y no llegaré
por voluntad propia, llegaré paso a paso.
Eso es la vida. Nuestros deseos no se cumplen por voluntad propia. Solo
se cumplen, primero porque es la voluntad de la vida, segundo es que si se
supone que se cumplan será en su momento no cuando queremos, y tercero es que
para alcanzar ese destino solo ocurrirá cuando cada enfoque es en el paso que
tenemos en frente y no en la meta. Sí, tenía deseos de llegar a Santiago, pero
cuando me rendí completamente, solo sabia que si se supone que estuviese en
Santiago así será.
Una vez que experimenté todos mis percances y me di cuenta de que no
sabia si llegaría a Santiago, lo único que pude hacer fue poner un pie en
frente al otro.
En otras palabras, la llegada a Santiago dejó de ser importante, es la
paz interna que se siente cuando se confía en la vida, cuando hay un desapego
al deseo de llegar a Santiago. Y paradójicamente, a Santiago llegué. No
obstante, lo único que es importante es cada momento porque es el único que
hay.
Ultima etapa: “Espiritual”.
Pongo la parte espiritual entre comillas porque no quiero que se haga uno
expectativas sobre el Camino. Sin embargo hay algo místico sobre esa etapa que
por lo general aunque puede tener lugar en todo momento, siento que al final,
cuando uno ha pasado por tanto es cuando se experimenta.
Aunque esto es solo una opinión personal, siento que no es lo mismo hacer
unas cuantas etapas y llegar a Santiago que haber hecho el camino completo y
llegar a Santiago ya que son tantas las experiencia acumuladas, las lecciones,
los procesos físicos y mentales que llegar a Santiago después de un peregrinaje
tan extenso es como un logro muy significativo y personal que solo un peregrino
que haya hecho el camino completo lo podría entender.
Cuando uno llega a Santiago se llena de una alegría no solo por haber
completado el Camino, sino que por todos los peregrinos que llegaron, los que
quizás si te quedas unos días los ves llegar luego porque perdiste contacto con
ellos y te regocijas en verlos, o los que llegaron primero se regocijan en
verte a ti llegar.
Es como un sentido de unidad, de amor, de hermandad, donde uno no piensa
en uno sino que en los demás. Para mi eso es lo que lo hace espiritual. No que
vas a "iluminarte" ni nada así por el estilo.
De hecho, imagínate como tu vida cambiaría, tu lugar e trabajo o negocio
si tu enfoque dejase de ser en ti y fuese en apoyar a tus hermanos, a tus
clientes, a tu familia. Santiago también era como regresar a casa, a nuestro
hogar, inclusive siento que hasta un ateo empieza a creer en algo.
Quizás Santiago para ti sea alguna meta o deseo que tengas. Lo que
compartiría desde mi perspectiva sería observar cada instante, y en su debido
momento, si se supone que lo que deseas suceda sucederá y lo sabrás porque
sucedió.
Me disfruté el Camino. Lo recomiendo como una experiencia que si prestas
atención podría tener un cambio significativo en tu vida. Lo más importante que
el Camino de Santiago me enseño y lo llevaré por el resto de mi vida es que mi
deseo nunca sea el de adquirir sino que el de compartir, y que no importa cual
sea el destino que me sienta inspirado a alcanzar, que a ningún sitio se llega
de prisa sino que paso a paso.
Señor,
hazme un instrumento de tu paz:
allí donde haya odio, que yo ponga el amor,
allí donde haya ofensa, que yo ponga el perdón;
allí donde haya discordia, que yo ponga la unión;
allí donde haya error, que yo ponga la verdad;
allí donde haya duda, que yo ponga la fe;
allí donde haya desesperación, que yo ponga la esperanza;
allí donde haya tinieblas, que yo ponga la luz;
allí donde haya tristeza, que yo ponga alegría.
Señor,
haz que yo busque:
consolar y no ser consolado,
comprender y no ser comprendido,
amar y no ser amado.
Porque:
dando es como se recibe,
olvidándose de sí es como uno se encuentra,
perdonando es como se recibe el perdón,
y muriendo es como se resucita a la Vida.
-San Francisco de
Asís
¡Buen camino!
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Nick Arandes, cantautor, compositor, autor, escritor y conferencista
internacional. Para mas información sobre su música y sus charlas visita su
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